Del 10 al 16 de mayo se llevó a cabo en el I Congreso online gratuito Emprende con Amor y Consciencia 2021 y, aunque, en un principio solo me había planteado participar como mera espectadora. Al final me animaron a a hacerlo como ponente.
De ahí, este monólogo en el que reflexiono sobre lo que para mí es el emprendimiento y el éxito. Y lo hago recurriendo a las historias para ejemplificar de manera sencilla mis pensamientos e ideas. Espero que te resulte interesante.
Soy Rosa Forner y me gustaría empezar mi reflexión contándoos una historia. Una especie de cuento, creado para la ocasión...
Es la historia de una joven que soñaba con ser pintora. La pintura era su pasión y quería ser la mejor. Por ello y para ellos, se fue formando.
Sin embargo, a pesar, de instruirse, seguir los consejos de los grandes y practicar y practicar. Ella no se sentía todavía una artista.
Por eso, pensó que si encontraba algo increíble que poder pintar podría mostrar su arte. Decidió buscar en la naturaleza y hallar uno de esos paisajes que te dejan sin habla.
No le bastaba cualquier paisaje. Ella buscaba EL PAISAJE. Esa búsqueda precisaba de dinero. Fue trabajando aquí y allá, pintando lo que podía y descubriendo más de la vida.
Por fin, pudo viajar a Islandia. Estaba entusiasmada. Imaginaos, Islandia. Seguro que sus colores y su luz la inspirarían. Pero no. la Tierra del Hielo y el Fuego no acabaron de sugerirle todo lo que ella esperaba.
No desanimó. Estaba convencida de que pintar un paisaje haría de ella la artista que siempre había querido ser.
Los días fueron pasando y fue madurando y aprendiendo.
De nuevo se le presentó una gran oportunidad. Le ofrecieron irse a África por temas laborales. No lo dudó. Ahora sí.
La frialdad cromática de Islandia no la sedujeron, pero seguro que los cálidos colores del Parque Nacional del Serengueti cautivarían su corazón. Y sí, aquella naturaleza en estado salvaje le llegó, pero no alcanzó a su alma y su pintura no transmitía todo lo que ella quería.
No lo entendía. ¿Por qué no lograba reflejar toda aquella belleza a través de sus pinceles? ¿Era ella? ¿El paisaje? Se desalentó, pero no desesperó ni renunció.
Fueron pasando los años. Siguió con su vida, trabajando en lo que podía y buscando su musa.
Algo pasó en su vida y también en su interior. Algo cambió.
De manera paulatina se fue dando cuenta de la persona que era y la que quería ser. No se olvidó de su sueño. Aunque, este ya no era lo más importante. Ahora, sentirse mejor con ella misma era lo realmente significativo.
Un día cualquiera de primavera. Sin ella esperarlo, hizo su sueño realidad. Allí mismo, como muchas otras ocasiones, sentada en la arena y mirando el mar, descubrió un paisaje que la atrapó. Su espíritu quedó preso de aquella sencillez y de aquella paz.
Entendió en ese mismo instante, que no necesitaba irse lejos para ver la belleza a su alrededor, lo que sí que necesitaba era escarbar en su interior y sacar todo su potencial para poder apreciar la vida de una manera más plena y sosegada.
Ahora la protagonista de esta historia ha dejado de buscar paisajes lejanos y cualquier imagen le transmite algo. Y aunque no se ha convertido en aquella gran pintora que deseaba, sí que pinta mucho más que antes y hace lo que de verdad le gusta.
¿Te ves reflejada en la protagonista de esta historia? ¿Sí? ¿No? Yo me siento muy reflejada. Y no porque pinte bien… Lo máximo que pinto son mandalas.
Me veo reflejada en ella porque, en parte, su historia es también mi historia.
Además, creo que este cuento transmite a la perfección lo que he venido a contaros.
Mirad, cuando decidí aportar mi granito de arena a esta iniciativa tenía muy claro que no venía a enseñar nada. No soy una emprendedora al uso. No he montado ningún negocio. Pero sí que siento que he emprendido algo. Y ese algo he sido yo misma. Y es que no soy la misma que era. Soy una versión mejorada de mí. Y eso ha hecho que pueda ver cosas que antes ni sabía que estaban.
Volvamos al caso de la joven pintora. Ella no se creía suficiente, a pesar de no parar de formarse y practicar. Creía necesitar un PAISAJE, el paisaje, para sacar el arte que llevaba dentro. Lo usó como excusa porque, en realidad, tenía miedo de no ser suficiente, de no alcanzar la perfección.
Sin embargo, por más paisajes que veía nunca conseguía plasmarlos como ella quería. Hasta que llegó un momento en el que dejó de buscar. Y es ahí cuando lo vio todo claro.
El miedo limitó a nuestra protagonista
El miedo nos limita a muchas de nosotras. ¿Y? ¿Por ello debemos sentirnos mal? Yo no lo creo.
Pienso que ese miedo no es ni bueno ni malo. Simplemente está y debemos ser conscientes de su existencia. Porque solo así podremos aceptarlo, recogerlo y seguir hacia delante. Cada persona tiene su ritmo. Y es importante que lo comprendamos y dejemos de flagelarnos por ello.
¿Qué es lo que te da miedo? ¿Qué excusas te pones?
Identificar esos temores y las excusas que nos decimos nos ayudará a ver las consecuencias que todo ello tiene en nosotras.
Por ejemplo, yo procrastino, voy dejando para después muchas tareas porque siempre me sale algo más importante. Sufro el síndrome del objeto brillante, que no es otra cosa que dejarse deslumbrar por todas las nuevas ideas que te vienen a la cabeza y dejar apartado lo que estabas haciendo. Las consecuencias son que no termino las faenas que me impongo y lo dejo todo a medias. Ello afecta a mi autoestima porque creo que no soy capaz de terminar nada de lo que tengo planificado. He identificado esta dificultad y estoy tomando medidas. Voy poco a poco, porque me cuesta, pero lo estoy haciendo.
La gracia de este síndrome, el del objeto brillante, el cual no sabía ni que existía, es que me pensaba que era porque soy una persona desorganizada y, por lo que se ve, es muy propio de las personas creativas. Por tanto, debo ser súper súper creativa.
Ves ya me despistaba, volvamos de nuevo…
Al personaje de nuestra historia le llegó la musa cuando dejó de centrarlo todo en aquel sueño de niñez. No lo abandonó, seguía queriendo ser artista. Lo que pasó es que se dio cuenta de que necesitaba crecer como persona para también crecer como pintora y ver, al fin, aquel maravilloso paisaje que tanto deseaba.
Seguro que os habrá pasado eso de leer un libro cuando eráis más jóvenes y no acabar de entenderlo y, en cambio, leerlo ahora, y comprender cosas que antes ni te diste cuenta. Las cosas llegan en su momento, cuando estamos listas.
Desde mi modesta opinión y experiencia, pienso que emprender es una opción y que, para ello, hay que estar preparada porque es mucho más que montar un negocio. Es también crecer como persona.
Para emprender debes sentir que ha llegado tu momento. Y digo sentirlo, porque, al menos en mi caso, es algo que he ido percibiendo.
Y sí, es cierto, muchas veces la vida te lleva a ello. Puede ser que pierdas tu trabajo, o que te prejubiles… no sé mil cosas, pero si tu no estás preparada no coges esa opción y no porque no estés segura, sino porque no la ves en absoluto.
Dice un proverbio árabe que Cuatro cosas hay que no vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada. Cierto, ¿no?
Sí, pero no, porque pienso que dicha ocasión solo puede ser desaprovechada si en ese mismo momento se identifica como una oportunidad. Si no la vemos como tal no es ocasión ni es nada.
Eso mismo le pasó a nuestra protagonista. Ella tuvo delante los paisajes de Islandia y África, sus oportunidades, pero no las vio. Asimismo, hizo de esas sus oportunidades, sus propias cadenas ya que la limitaban y frenaban.
Emprendimiento a fuego lento
Muchas de las ponencias que aquí habéis oído u oiréis versan sobre consejos o técnicas para lograr con éxito vuestro emprendimiento. Las aplaudo todas ellas, y ya os digo que les sacaré buen provecho. Pero lo que yo vengo a reivindicar aquí es el emprendimiento sosegado, hecho al ritmo de cada uno. Sin comparaciones ni competiciones.
El otro día una chica que conozco y que es copywriter me decía que se sentía un poco decepcionada con ella misma porque ahora a sus 40 años estaba, por fin, haciendo lo que quería. ¡Antes debería haberme puesto! Se quejaba.
Y yo no la entendía, porque solo era capaz de ver todo lo que había conseguido. ¡Qué más da la edad que tengamos! Yo tengo más que ella y es ahora cuando empiezo a entender muchas cosas de mi persona. Como dice el refrán: Nunca es tarde si la dicha es buena.
Defiendo pues, el emprendimiento llevado a cabo con mucho amor y mucha consciencia, ese en el que aprendes de cada uno de los pasos que das porque los das segura de ti misma.
Hablo de un emprendimiento practicado por muchas de vosotras. Ese que se comparte y se reparte con la familia y también, si es necesario, con otro empleo que te permite pagar las facturas.
No todas contamos con la oportunidad o el valor y los ahorros suficientes para dejarlo todo y lanzarnos a la aventura. Admiro a la gente que se atreve. Pero también creo que las que no lo hemos hecho debemos ser más compresivas para con nosotras mismas y darnos tiempo.
Yo soy un claro ejemplo, llevo mucho tiempo trabajando en otra cosa que nada tiene que ver con mi profesión ni mi vocación. Es algo totalmente opuesto a la escritura. Pero es un tipo de empleo que me ofrece un sueldo a final de mes y me permite organizarme el tiempo para poder escribir y estar con mi hijo. Y aunque muchas personas me han dicho que debería dejarlo porque no es lo mío y me limita. Lo cierto es que yo no lo acababa de ver hasta hace bien poco. En marzo me atreví a hacerme autónoma y ya he planteado, en voz alta, la opción de dejar ese trabajo que nada tiene que ver con lo que de verdad quiero. Y lo he hecho ahora a los 43 años. Y a diferencia de la chica de la que os he hablado, yo me siento muy contenta. Me siento orgullosa. He dado un paso que hasta hace bien poco no pensaba que pudiera dar.
Y es que es aquí donde creo que está el secreto. La clave radica en el hecho de darse cuenta de todas las cosas que sí que hemos hecho o hacemos y no estar siempre viendo lo que nos queda por lograr.
Muchos nos hablan de éxito...
Pero ¿qué es el éxito? Para mí el éxito es sentirme bien conmigo misma, tener a la gente que quiero cerca y vivir tranquila.
Y sí, sueño con dedicarme a la comunicación y me encantaría ganar un premio literario. ¡Sería lo más! Pero necesito mi tiempo. Y, hoy por hoy, mi principal ilusión es saber que me esforzaré por dedicarme a lo que de verdad me gusta y que aprenderé sobre cómo hacerlo.
¿Qué es para vosotras el éxito? Pensadlo.
Mientras tanto os voy a contar otra historia, esta a diferencia de la anterior la leí en un cuento de mi hijo. Y, según leí, es un hecho real.
Allá voy.
Hace tiempo se llevó a cabo un estudio en el que se quería ver qué pasaba si se ayudaba a los gusanos de seda en su proceso para convertirse en mariposas.
Para ello, un equipo de científicos, en lugar de dejar a las futuras mariposas romper su capullo las ayudaron cortándolo ellos mismos con un bisturí.
Cual fue su sorpresa al comprobar que esas mariposas no podían volar, y, por tanto, no se podían alimentar y acabaron muriendo. Este experimento demostró que el esfuerzo realizado por las mariposas para romper el capullo es algo necesario para fortalecer sus alas.
Lo mismo pasa a la hora de emprender, todo ese proceso, esas dudas, miedos, esos ahora sí o tal vez no. Son necesarios para ir adquiriendo experiencia y coraje. No nos avergoncemos por haber empezado tarde o alargarnos en el tiempo. Porque lo que al final consigamos seguro que es más pleno gracias a todo lo aprendido durante el camino.
Y no, esto no es una película, no siempre hay un final feliz. Y puede ser que, a pesar de haber tardado tanto a lanzarte a esto del emprendimiento. La cosa te salga rana. Pero incluso así, lo que habrás aprendido será enorme.
Y sí, ya sé que puede que estés pensando... Sí, sí, aprender habré aprendido mucho, pero me he quedado sin un euro. Si eso te pasa es porque todavía no sabías lo más importante. Que hay que arriesgarse, sí, pero hasta cierto punto. Y no todos los huevos se han de poner en el mismo cesto.
Es necesario un equilibrio
Ni la cultura del nunca aventurarse para no fallar ni la del me lanzo al vacío sin paracaídas, y caigo y caigo y caigo, pero sin aprender nada de nada.
El caer nos tiene que servir para no solo aprender a levantarnos, sino para intentar no volver a caer.
El otro día leí en Instagram una frase que decía: Tropezar no es malo, encariñarse con la piedra sí. Y es que si solo sabemos caer de poco sirve.
Resumen
Acabo pues mi intervención con seis ideas clave:
UNO. Emprender es mucho más de que lo que nos dicta el diccionario y muchas veces empieza por nosotras mismas.
DOS. El emprendimiento no es solo para gente joven, porque la pasión y la vocación no entienden de edades.
TRES. Iniciar un negocio es un proceso y cada una necesita su tiempo y tiene su compás.
CUATRO. Esto no es una carrera y no estamos compitiendo. Emprender debe ser una llamada a la acción personal, llevada a cabo desde nuestro deseo de mejora.
CINCO. El éxito es subjetivo, querer ser la más grande sin saber el porqué ni lo que ello conlleva es peligroso, además de poco gratificante.
SEIS. Para emprender hay que quererse porque solo desde el respeto a nosotras mismas y a los demás, podremos crear y crecer.
Y ahora sí, ya termino. Y lo hago preguntándote… ¿Y para ti, qué es el emprendimiento? Cuéntame, ¿Cuál es tu historia?
Aquí mi ponencia
Si te gusta, pásalo!
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M’ha agradat la teua ponència tant en el contingut com en la claredat i concisió amb què t’has expressat. M’ha paregut suggeridora quant a la importància d’emprendre amb consciència. Tanmateix, m’agradaria que pogueres compartir més la teua experiència d’emprendre amb amor. Gràcies!